El caso Candace Newmaker es un suceso realmente desgarrador que ocurrió en el año 2000 y que afectó a una niña de 10 años llamada Candace Tiara Elmore. Candace fue adoptada por Jeane Newmaker, una enfermera de Carolina del Norte, y tenía un historial de abusos físicos, emocionales y sexuales, así como de abandono, antes de ser adoptada por Jeane. Jeane, que quería ayudar a Candace con sus problemas de conducta, decidió llevarla a una terapeuta de Colorado llamado Connell Watkins.
Watkins se especializó en una controvertida terapia llamada «Rebirth», que pretendía ayudar a los niños con trastornos de apego simulando una experiencia de parto. Se suponía que las sesiones de terapia ayudarían al niño a relacionarse con sus padres y a mejorar su comportamiento, pero, por desgracia, no fue así en el caso de Candace.
Sufrimiento intenso
El 18 de abril de 2000, Candace fue llevada a una sesión de terapia en la que la envolvieron en una sábana de franela y la colocaron sobre una colchoneta. Cuatro adultos (Watkins, su ayudante y otras dos personas que se encontraban en la sala) sujetaron la sábana e impidieron que Candace se moviera mientras se llevaba a cabo la sesión de terapia. La idea era que, simulando una experiencia de parto, Candace «reexperimentaría» su nacimiento y la conexión con su madre adoptiva. Sin embargo, las cosas no tardaron en empeorar.
Candace empezó a forcejear y a gritar pidiendo ayuda, pero los adultos siguieron sujetándola. La sesión duró más de una hora, y Candace finalmente dejó de moverse y llorar. Ese mismo día la declararon muerta en el hospital y determinaron que había fallecido por asfixia debido a la terapia de renacimiento.
El incidente causó conmoción e indignación generalizadas, y tanto Watkins como su ayudante fueron acusados de maltrato infantil con resultado de muerte. Watkins fue declarada culpable y condenado a 16 años de prisión, mientras que su ayudante fue condenado a 4 años. Jeane Newmaker, que estaba presente durante la sesión de terapia, también fue acusada de abuso de menores, pero posteriormente fue absuelta.
El caso de Candace Newmaker sacó a la luz los peligros de las terapias no reguladas y no probadas y condujo a un mayor escrutinio y regulación de la industria de las terapias. También puso de relieve la necesidad de mejorar la formación y la supervisión de los terapeutas y otros profesionales que trabajan con niños.
Es verdaderamente trágico que una joven haya perdido la vida debido a una terapia tan peligrosa y no probada. Es importante recordar que no todas las terapias han sido probadas científicamente y algunas pueden ser peligrosas. Los padres y tutores deben investigar siempre y asegurarse de que el terapeuta o profesional está debidamente autorizado y tiene buena reputación antes de buscar ayuda para sus hijos.
La muerte de Candace Newmaker es también un recordatorio de la importancia de una supervisión parental adecuada, así como de la importancia de escuchar los gritos de auxilio de un niño. Los gritos de auxilio de Candace fueron ignorados y, en última instancia, condujeron a su muerte. Es crucial que prestemos atención a las señales que indican que un niño está en peligro y tomemos medidas para protegerlo.
En resumen, el caso de Candace Newmaker es un triste recordatorio de lo susceptibles que pueden ser los niños a la violencia en cualquier entorno. Hay que estar alerta y asegurarse de que una situación así no vuelva a repetirse.