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Yasmin Nery, el Presentimiento Fatal

La historia de Yasmin Nery, una joven de 16 años, está marcada por presentimientos ignorados que culminaron en un encuentro fatal con un joven de intenciones oscuras.

Yasmin Silva Nery era una adolescente de 16 años, residente en Araraquara, en el interior de São Paulo. Descrita por familiares y amigos como una joven carismática, inteligente y amorosa, Yasmin era una estudiante ejemplar y tenía muchos planes para el futuro. Como la mayoría de los jóvenes de su edad, le encantaba pasar tiempo en las redes sociales, especialmente en Twitter, donde compartía sus pensamientos, angustias y alegrías.

Al analizar sus publicaciones, se percibe que Yasmin, como muchos adolescentes, vivía momentos de altibajos emocionales. En algunos tuits mencionaba sentirse triste y desanimada, mientras que otros indicaban pensamientos más graves, como menciones al suicidio. Sin embargo, su vida cotidiana no generaba grandes preocupaciones, y su familia creía que todo estaba bajo control.

Los presentimientos de Yasmin

En la madrugada del 9 de junio de 2019, pocas horas antes de su muerte, Yasmin publicó en Twitter algo que, a primera vista, parecía un comentario inofensivo, pero que luego se convirtió en una señal clara de que sabía que algo andaba mal.

Escribió que iba a encontrarse con un chico y que tenía una mala sensación. En tono de broma, llegó a decir: «Si desaparezco o muero, ya saben quién fue.» Esta frase, que hoy suena como un grito de alerta, fue ignorada en ese momento.

Publicaciones de Yasmin Nery en Twitter, donde muestra aprensión sobre el encuentro. / Foto: Reproducción.

A pesar de este presentimiento, Yasmin decidió seguir adelante con el encuentro. Avisó a sus padres que asistiría a un evento en la ciudad y salió, sin imaginar que esa sería la última vez que vería a su familia.

El encuentro

Yasmin fue a encontrarse con un joven de 17 años que había conocido recientemente. Él sugirió que se encontraran en un lugar público, pero luego afirmó haber olvidado su cartera en casa y le pidió que lo acompañara allí. Aunque reticente, Yasmin aceptó sin imaginar el peligro.

El joven vivía con su madre, quien ese día estaba ausente. Aprovechándose de esto, puso en práctica un plan cruel que ya había premeditado. Dentro de la casa, convenció a Yasmin de entrar al baño, donde la atacó brutalmente. Le aplicó una llave de estrangulamiento, dejándola inconsciente, y luego le quitó la vida. El acto en sí ya era monstruoso, pero lo que hizo después superó cualquier límite de comprensión humana.

Frialdad y crueldad

Después de matar a Yasmin, el joven desmembró su cuerpo en el baño de la casa. Con una frialdad espeluznante, separó las extremidades del torso. Más tarde, confesó que guardó el torso en casa como una especie de «trofeo», mientras esparció las otras partes del cuerpo en diferentes lugares de la ciudad para dificultar la investigación.

Uno de los detalles más perturbadores fue la forma en que trató el crimen como algo banal. Llegó a cargar partes del cuerpo de Yasmin dentro de una mochila y tomó un autobús para descartarlas en lugares alejados. Durante todo el proceso, se mantuvo calmado e indiferente, como si se tratara de una actividad rutinaria.

La reacción de los padres

Esa noche, cuando Yasmin no volvió a casa, sus padres comenzaron a preocuparse. Yasmin siempre avisaba si se iba a retrasar, por lo que su ausencia repentina generó alarma. Después de algunas horas de búsqueda, descubrieron que había salido con el joven y transmitieron esta información a la policía.

Cuando fue interrogado, el joven inicialmente negó cualquier implicación y afirmó que Yasmin había tomado un autobús a casa después de reunirse con él. Incluso llegó a publicar mensajes en redes sociales expresando preocupación por su desaparición, fingiendo solidaridad con la familia. Sin embargo, la investigación pronto reveló su participación en el crimen.

Detalles del crimen

Al ser presionado por la policía, el joven confesó el crimen sin dudar. Dijo que mató a Yasmin porque quería saber «cómo era quitarle la vida a una persona». Su motivación, completamente desprovista de lógica o empatía, conmocionó no solo a los investigadores, sino a toda la sociedad.

Detalló el asesinato y el desmembramiento con una frialdad que dejó a los policías perplejos. Demostró no sentir remordimiento, describiendo los actos como algo natural e incluso trivial. En su confesión, llevó a los investigadores a los lugares donde había descartado los restos de Yasmin, reforzando la gravedad de su indiferencia.

La novia cómplice

Al día siguiente del crimen, el joven le contó todo a su novia, que también tenía 17 años. La llevó a uno de los lugares donde había arrojado partes del cuerpo de Yasmin y le dijo que, si no cooperaba, le haría lo mismo. La joven ayudó a descartar algunos restos en una laguna, pero más tarde afirmó haber actuado bajo amenaza.

Detención del sospechoso, también menor de edad, cuya identidad fue protegida. / Foto: Reproducción.

Aun así, la policía consideró su participación activa en el crimen y la trató como cómplice. Fue condenada a un período de internamiento por su implicación, aunque alegó miedo a su novio.

Consecuencias legales

Por ser menores de edad, ambos fueron juzgados de acuerdo con el Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA). El asesino fue condenado a la pena máxima de tres años de internamiento en una institución socioeducativa, lo que generó indignación en la población debido a la brutalidad del crimen. Su novia también recibió una pena de internamiento por su complicidad.

La historia de Yasmin Silva Nery es dolorosa y chocante, pero también nos enseña lecciones valiosas sobre seguridad, confianza y los peligros que pueden estar más cerca de lo que imaginamos. Que su memoria sirva como un recordatorio de que debemos estar atentos a las señales y priorizar siempre nuestra seguridad.

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