Megan Nicole Kanka desapareció, a la edad de siete años, en el municipio de Hamilton el 29 de julio de 1994. Había pedido permiso a su madre para pasear en bicicleta por el barrio. Al día siguiente, encontraron su cadáver en un parque cercano. Había sido violada y asesinada.
La policía identificó rápidamente a Jesse Timmendequas, un delincuente sexual condenado dos veces que vivía enfrente de la familia de Megan, como principal sospechoso del caso. Timmendequas había atraído a Megan a su casa prometiéndole enseñarle un cachorro, y luego la violó y asesinó con un cinturón alrededor del cuello.
Sin lugar a dudas
Las pruebas incluían manchas de sangre, muestras de pelo y fibras, y una marca de mordedura que coincidía con los dientes de Megan en la mano de Timmendequas, y condujeron a un veredicto de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por el cargo de secuestro, cuatro cargos de agresión sexual con agravantes y dos cargos de asesinato con agravantes.
El caso desató la indignación pública y exigió leyes más estrictas para proteger a los niños de los depredadores sexuales. En la época del asesinato de Megan, las leyes de registro de delincuentes sexuales eran divergentes en Estados Unidos, y no existía ningún requisito de notificación a la comunidad cuando un delincuente sexual convicto se mudaba a un barrio.
Los vecinos no conocían el pasado de Jesse
Jesse, que vivía enfrente de la casa de Megan y estaba en libertad condicional en el momento del crimen, compartía alquiler con otros dos hombres también con antecedentes penales por abusos sexuales a menores. Ningún vecino podía imaginar que los niños pudieran estar tan cerca de los pedófilos.
El agresor fue condenado dos veces por agresión sexual antes del asesinato de Megan Kanka. No se especifica qué cargos se le imputaron por estas agresiones sexuales ni cuáles fueron las penas concretas por estos delitos, pero se sabe que era reincidente antes del asesinato de Megan.
Una ley en su nombre
En respuesta a la indignación pública, Nueva Jersey aprobó la «Ley de Megan» en 1994. La ley exige que los condenados por delitos sexuales se registren en la policía local y que esta información se ponga a disposición del público. La ley también exige que la notificación a la comunidad se haga de manera formal cuando un delincuente sexual convicto se mude a un vecindario.
La ley lleva el nombre de Megan para honrar su memoria y ayudar a prevenir tragedias similares en el futuro. Fue la primera ley de este tipo en Estados Unidos y desde entonces ha sido adoptada por los 50 estados. La Ley Megan se creó con el objetivo de ayudar a reducir el número de casos de abusos sexuales a menores en Estados Unidos.
Tras la muerte de Megan, la familia Kanka creó la Fundación Megan Nicole Kanka, dedicada a educar a padres e hijos sobre los peligros de los depredadores sexuales, promover legislación para proteger a los niños y prestar apoyo a las víctimas de abusos sexuales.
La Fundación Megan Nicole Kanka sigue trabajando incansablemente para informar al público sobre los peligros de los depredadores sexuales y abogar por leyes que protejan a los niños. Aunque Megan perdió la vida demasiado pronto, su muerte dio lugar a cambios significativos que seguirán protegiendo a los niños en los años venideros.